Qué profundo se cuelan las historias
El 25 de diciembre sentí nostalgia cuando entre a mi oficina y conseguí mi vieja copia de Graceling de Kristin Cashore, porque cada 25 de diciembre, por experiencia, se había vuelto un día para leer el libro que había recibido como regalo de navidad.
No, no era siempre, fueron como... ¿3 años seguidos? no lo recuerdo. Solo se que quedó así, como una tradición personal. Por eso, pasé todo el 25 sintiéndome incomoda. Me dolía la espalda, el cuello, y los brazos, mientras sujetaba mi teléfono porque hice un maratón mirando Desde cero, (con nostalgia también, porque es una adaptación literaria).
Luego fui a sacudir la sabana de la cama, y pensaba en fantasía, en aventuras. En otro antiguo 25 de diciembre con mi hermana en casa de mi tía, viendo Stardust, una adaptación literaria también.
Pensaba en la protagonista de Trono de Cristal, en personajes femeninos fuertes, fantasiosos, y en que si pudiera le regalaría a mi sobrina un FurReal, y no una muñeca. Mejor a inspirarla a ser una empresaria empoderada, que alguien suspirando por los rincones por la situación económica.
No se cómo, pero mientras le daba vueltas al asunto, me fijé que todo en este mes seguía volviendo hacía los libros. El 19 de diciembre había estado en el centro comercial, uno muy popular y de los más antiguos aquí, donde estaban dos de mis lugares favoritos, las librerías. Solamente queda una, y sentí tanta nostalgia. Los libros, las historias ficticias, los personajes. Todo. Eso ha sido mi vida. Ha sido crecer con ellos, sentir con ellos. Soñar y desear ser como ellos.
No se a donde quiero llegar con todo.
O quizás si.
Quizás ya estoy más clara en lo que deseo, en que anhelo construir eso, darles a otros historias para soñar también, para que puedan sentirse acompañados, apoyados, para que se llenen de recuerdos y puedan alegrar sus 25 de diciembre... y todo el año.
Dicen que volvemos a donde fuimos felices, y yo estoy de nuevo aquí, un sitio que no existe físicamente, pero que siempre sentí como mi lugar secreto, Festín de libros. Quería compartir con alguien todas esas buenas historias que me encantaron durante este 2022.
Nada significativo, nada importante como preparar una cena para personas necesitadas o realizar una cirugía de emergencia porque la vida de alguien depende de ello. No tengo nada de eso. Solo estoy cargada de historias, y tengo tiempo para escuchar a otros, por eso leo. Y hasta eso me da nostalgia. Escasamente leí unos pocos libros y... nada es como antes.
¡No quiero que sea como antes! Quiero que sea mejor.
En fin, me desvíe...
Todo esto lo relacionaba con mi deseo de escribir historias, y mi miedo, el síndrome del impostor diciéndome que no soy capaz, ni tan buena, ni tengo nada que contar. Y pensaba en Amy de Desde cero, quien trabajando en una galería de arte sentía que su trabajo no era ni la mitad de bueno y se sentía extraña, incapaz.
Aunque no he finalizado la historia, ni se a donde irá su vida, tampoco se el rumbo que tomará la mía. Solo espero que sea valiente para dar el paso, como aprendí en otra gran lectura que me inspiró a ello, Libera tu magia (recomendado para todos).
Si estuviste aquí, gracias por leer. Sino, quizás sea yo misma quien vuelva a leer estas líneas en el futuro.
Con toda la nostalgia de este mes también pensaba en como Festín de libros cayó al olvido porque no conseguía la contraseña y solo deseaba que este espacio no termine para siempre abandonado, porque para mi es importante.
No fue solo por la contraseña que no seguí, pensaba en lo complicado que es realizar algo por obligación, en plan: este es mi blog y debo compartir semanalmente para mantener a mis lectores. Y, seguía volviendo al pasado, como antes era tan hermoso escribir y que todos esperaban y disfrutaban cuando salía esa nueva historia. Ahora todo es sobresaturar las redes de información vacía y sin sentido. Porque la que realmente tiene sentido pasa como si nada, una publicación sin patrocinante más. La orgánica, la que nadie lee... Si sigo con este tema terminaré llorando.
Así que, hasta aquí mi pequeño aporte de hoy. Espero que todos puedan leer historias que les hagan felices, que puedan conversarlo con otros y que puedan tener lectores constantes que admiren su trabajo.
Lean para ser felices y no dejen de leer.
El 25 de diciembre sentí nostalgia cuando entre a mi oficina y conseguí mi vieja copia de Graceling de Kristin Cashore, porque cada 25 de diciembre, por experiencia, se había vuelto un día para leer el libro que había recibido como regalo de navidad.
No, no era siempre, fueron como... ¿3 años seguidos? no lo recuerdo. Solo se que quedó así, como una tradición personal. Por eso, pasé todo el 25 sintiéndome incomoda. Me dolía la espalda, el cuello, y los brazos, mientras sujetaba mi teléfono porque hice un maratón mirando Desde cero, (con nostalgia también, porque es una adaptación literaria).
Luego fui a sacudir la sabana de la cama, y pensaba en fantasía, en aventuras. En otro antiguo 25 de diciembre con mi hermana en casa de mi tía, viendo Stardust, una adaptación literaria también.
Pensaba en la protagonista de Trono de Cristal, en personajes femeninos fuertes, fantasiosos, y en que si pudiera le regalaría a mi sobrina un FurReal, y no una muñeca. Mejor a inspirarla a ser una empresaria empoderada, que alguien suspirando por los rincones por la situación económica.
No se cómo, pero mientras le daba vueltas al asunto, me fijé que todo en este mes seguía volviendo hacía los libros. El 19 de diciembre había estado en el centro comercial, uno muy popular y de los más antiguos aquí, donde estaban dos de mis lugares favoritos, las librerías. Solamente queda una, y sentí tanta nostalgia. Los libros, las historias ficticias, los personajes. Todo. Eso ha sido mi vida. Ha sido crecer con ellos, sentir con ellos. Soñar y desear ser como ellos.
No se a donde quiero llegar con todo.
O quizás si.
Quizás ya estoy más clara en lo que deseo, en que anhelo construir eso, darles a otros historias para soñar también, para que puedan sentirse acompañados, apoyados, para que se llenen de recuerdos y puedan alegrar sus 25 de diciembre... y todo el año.
Dicen que volvemos a donde fuimos felices, y yo estoy de nuevo aquí, un sitio que no existe físicamente, pero que siempre sentí como mi lugar secreto, Festín de libros. Quería compartir con alguien todas esas buenas historias que me encantaron durante este 2022.
Nada significativo, nada importante como preparar una cena para personas necesitadas o realizar una cirugía de emergencia porque la vida de alguien depende de ello. No tengo nada de eso. Solo estoy cargada de historias, y tengo tiempo para escuchar a otros, por eso leo. Y hasta eso me da nostalgia. Escasamente leí unos pocos libros y... nada es como antes.
¡No quiero que sea como antes! Quiero que sea mejor.
En fin, me desvíe...
Todo esto lo relacionaba con mi deseo de escribir historias, y mi miedo, el síndrome del impostor diciéndome que no soy capaz, ni tan buena, ni tengo nada que contar. Y pensaba en Amy de Desde cero, quien trabajando en una galería de arte sentía que su trabajo no era ni la mitad de bueno y se sentía extraña, incapaz.
Aunque no he finalizado la historia, ni se a donde irá su vida, tampoco se el rumbo que tomará la mía. Solo espero que sea valiente para dar el paso, como aprendí en otra gran lectura que me inspiró a ello, Libera tu magia (recomendado para todos).
Si estuviste aquí, gracias por leer. Sino, quizás sea yo misma quien vuelva a leer estas líneas en el futuro.
Con toda la nostalgia de este mes también pensaba en como Festín de libros cayó al olvido porque no conseguía la contraseña y solo deseaba que este espacio no termine para siempre abandonado, porque para mi es importante.
No fue solo por la contraseña que no seguí, pensaba en lo complicado que es realizar algo por obligación, en plan: este es mi blog y debo compartir semanalmente para mantener a mis lectores. Y, seguía volviendo al pasado, como antes era tan hermoso escribir y que todos esperaban y disfrutaban cuando salía esa nueva historia. Ahora todo es sobresaturar las redes de información vacía y sin sentido. Porque la que realmente tiene sentido pasa como si nada, una publicación sin patrocinante más. La orgánica, la que nadie lee... Si sigo con este tema terminaré llorando.
Así que, hasta aquí mi pequeño aporte de hoy. Espero que todos puedan leer historias que les hagan felices, que puedan conversarlo con otros y que puedan tener lectores constantes que admiren su trabajo.
Lean para ser felices y no dejen de leer.